PRESS:
Son las dos en el hotel Palace de Madrid, y un puñado de
ejecutivos de alto caché y turistas con ojos de dólar
consumen sus ensaladas y sus entrecots con noble parsimonia. Es
una tarde tranquila, amortiguada, hecha de buenos modales e hilo
musical; lástima de ese sujeto descalzo que trepa a un
diván y ramonea unas uvas, en una pose de idolillo báquico.
¿Le echarán por perturbar la paz y las digestiones?
En absoluto. Quienes lo conocen apenas le dedican media mirada
: "Ah dicen - , es Arrabal".
Fernando Arrabal es
un íntelectual con doble currículum. Por un lado,
está lo que se dice de él en las facultades : fundador
del movimiento Pánico; poseedor de un Nadal, un premio
de teatro de la Academía Francesa, un Nabokov de novela
y mil distinciones más; el autor vivo más representado
del mundo... Pero, por otro, está lo que se comenta en
tabernas y corrillos, como o esas apariciones en televisión
que lo han ubicado en la tierra de nadie que comparten el genio
y el bufón. Y es que en el escritor aún queda mucho
de aquel niño raro que ganaba concursos de superdotados
en los peores tiempos del franquismo. Su inteligencia y su cultura
inabarcable le pemuten prescindir de convenciones y plantearse
la vida como un juego, en el que se muestra alternatívamente
coqueto, provocador, petulante, lúcido y demente. "Tiene
usted, que ser como yo, una persona comedida", llega a recomendar.
Su falta de prejuicios le llevó el lunes a Quién
sabe dónde para solicitar ayuda en la búsqueda de
su padre, que le obsesiona desde la adolescencia y ha servido
de materia para su nuevo libro, Ceremonia por un teniente abandonado.
En él, ajusta cuentas con su pasado y evoca la figura de
aquel militar destinado en Melilla, encarcelado por no apoyar
el alzamiento del 36, huido y dado por muerto. Una sombra de la
que sólo guarda un recuerdo : sus manos, un soleado día
de playa, hace ya 62 años.
¿Se imagina que su padre apareciese?
Claro. Hay muchos centenarios ahora, y él todavía
no lo sería. Del programa me han dicho que se ha recibido
un aluvión de llamadas, fotografías, dibujos...
¿Y qué le diría? ¿Cómo le resumiría
todos estos años?
Desgraciadamente,
mi vida es bastante conocida. Lo que tengo que hacer es preguntarle
por la suya. Hasta ahora, me ha hecho el mejor regalo que puede
hacer un padre a un hijo: desaparecer ¿Sabe usted cómo
definió el amor Sócrates? Como el hijo de la astucia
y de la frustración. Queremos, deseamos lo que no tenemos,
y para conquistarlo estamos dispuestos a la astucia.
¿Eso no es desesperante?
La vida es una frustración constante caballero. Yo tengo
un certificado de frustración, que es el hecho dé
escribir. Cuando estuve en la cárcel de Carabanchel, Beckett
escribió : ,Suelten a Arrabal, porque es mucho lo que tiene
que sufrir un poeta para escribir; no añadan nada a su
propio dolor'. No se escriben poemas de amor, porque se es correspondido,
sino porque se está frustrado.
Un 'Frankenstein'
Pues usted parece muy vitalista. ¿Dónde radica su
frustración?
Quiero ser mi padre. Por eso me juego el porvenir como lo hizo
él a las diez de la noche del 16 de julio. Él reflexionó
y dijo : 'No tengo nada que ver con el fascismo'. ¡Pero
te van a condenar a muerte, muchacho!
A usted le condenaron a experimentar el sentimiento de pérdída
desde que era un crío.
A los 15 años descubrí la memoria, la imaginación.
Al descubrir que mi padre no estaba muerto, sino desaparecido,
hay un hachazo : dejo de ser niño para convertirme en hombre...
Hasta hoy. En la cárcel de Carabanchel conocí a
mi padre, hablaba espiritualmente con él: veía sufantasma,
y sufría menos que el resto de los prisioneros. Yo vivo
de prestado. Soy un 'Frankenstein' con un encanto loco. Soy como
Tristan Tzara, como Lenin, como Sócrates, como Chateaubriand,
como Buda : pequeño, feo, un poquitín gordo, pero
con un encanto loco.
Y le funciona, porque es difícil seducir a todo el mundo
con una conducta tan poco convencional.
Es un misterio, algo insólito, un fenómeno de la
Naturaleza. No me lo merezco. Beatriz su agente de prensa debería
bajarme los pantalones y azotarme, pero ya ve : hasta ella me
quiere. Eso espera.
Es cómodo, porque usted puede hacer lo que le venga en
gana.
Ya puedo hasta emborracharme.
Ah, ¿antes no?
Antes me daba miedo. ¿Sabe usted una cosa? Hay grupos de
marginales españoles que tienen la casete del programa
en que yo estuve borracho, y se la pasan, se la conocen de memoria,
se reúnen a verla. Y eso muestra un momento en que yo no
soy quien soy. Al nacer, Dios me dio lo más terrible que
puede dar a un hombre : inteligencia.
¿No se puede ser inteligente y feliz?
" Yo tengo un certificado de frustración que es el hecho de escribir.
¡No!
Por eso tengo tanta infelicidad. Dios me dio el grado sumo de
inteligencia, que es el amor, la bondad. En presencia del Arrabal
genio, usted tendría que cuadrarse, saludar militarmente.
Pero en presencia del Arrabal bondadoso, usted tendría
que ponerse de rodillas.
Excúseme. ¿No teme que, con su participación
en programas como Quién sabe dónde, la gente le
catalogue como otro tipo divertido?
Yo estoy al margen. Quisiera estar en el centro, pero me han colocado
en el margen. Y me apetece muchísimo adoptar, posiciones
que no adoptan mis camaradas, que no son tales: esas personas
gloriosas que escriben libros extraordinariamente interesantes
en este país. Yo voy a actuar siempre como ellos no lo
harían. Por eso dicen que soy un renegado; porque, caballero,
usted tiene raíces.
¿Usted aún no?
-No, yo tengo piernas. Tuve la suerte de nacer en Melilla, en
áfrica, y aprender a leer y escribir casi en Portugal,
en Ciudad Rodrigo. Allí vivió el judío genial
Feliciano de Silva. Usted, que conoce muy bien el 'Quijote', sabe
que Cervantes se declara encantado con los libros de Silva. ¿Qué
dice la página 27 de¡ 'Quijote'?
Pues no recuerdo.
Beatriz ¿qué periodistas me trae usted aquí?
Me la va a copiar en cuanto llegue a casa. Yo aprendí a
leer y escribir allí, en la ciudad más importante
por debajo de la Luna. Dejé mis raíces africanas
y mis piernas me llevaron a Ciudad Rodrigo, y a Madrid, y a Francia.
Vuelta a España
¿No echa de menos pertenecer a algún sitio?
No, los sitios echan de menos que yo pertenezca a ellos. Por eso
ponen plazas y monumentos y paseos a Arrabal, y me dan medallas
de oro. Quieren tener un tío como yo.
¿Para qué? ¿Qué iba a aportar?
Yo soy un Quijote ateo, feo y sentimental.
¿Y no volverá a España?
Tengo planes de instalarme en Alcalá de Henares, en el
barrio judío, y de ahí saltar a otros lugares. En
España viví mi primer amor, en Ciudad Rodrigo. Yo
tenía ocho años y viví una historia extraordinaria;
con eyaculaciones kilométricas, por primera y última
vez en mi vida. Un amor por la monja que me ena leer y escribir,
guapísima, vasca . Mi segundo gran amor fue en Tolosa,
una ciudad de oro, el orinal de Guipúzcoa: Dios la regaba
casi todos los días. Allí conocí el amor
con Izaskun, yo tenía 16 años. Fue un amor desbordante
y pianístico, que me llevó a unas incandescencias
tan enormes que cogí la tuberculosis. Ella tocaba el piano
para mí y yo me ahogaba de amor.
-Lo de ser excéntrico ¿no acaba convirtiéndose
en una obligación como cualquier otra?
Yo no soy excéntrico, estoy en el centro de mí mismo.
Mis colegas suecos, franceses, serbios, croatas, italianos...
todos van en bloque, forman parte de agrupaciones. En España
se habla de generaciones: generación del noventa y ocho,
o del noventa y chocho. Es horroroso. ¿Hay miedo al individualismo?
Hay miedo a estar solo, como yo.
¿Y usted no lo siente?
Sí, tengo pánico. Pero si, para parar el miedo,
tengo que entrar en un grupo, prefiero estar cagado de miedo.
Prefiero afrontar el vivir con cagalera.
¿Cuál es su receta para vivir sin trabajar?
Mi vida es un cuento de hadas, caballero. Al Regar a París,
renació la tuberculosis que contraje con aquella musa mía.
Mis pulmones se llenaron de flores. Los médicos, que son
capitalistas e imperialistas, trataron la enfermedad con violencia,
y yo les dije : 'Por favor, es el regalo de mi novia de Tolosa,
trátenlo con cariño'... Bueno, el caso es que un
editor vino a verme al sanatorio y le enseñé la
pila de obras que tenía. Me dijo : 'Las publico todas y
le doy una mensualidad'. Desde entonces, el dinero cae de todas
partes, milagrosamente.
Ministros en calzoncillos
¿Qué habría sido de usted si hubiese tenido
que trabajar ocho horas diarias?
Nunca lo hubiera hecho, caballero, ¿Cómo quiere
usted que yo trabaje, si el trabajo es un castigo?
Gran parte de la Humanidad está de acuerdo con eso, pero
a veces no queda otro remedio.
Es un error de los directores de banco, que son personas con inteligencia
muy baja. ¡Al revés! Habría que repartir el
dinero de todos los terráqueos, desamortizar los bienes
de bancos y estados. He calculado que a cada uno nos tocaría
un míllón cuatrocientos mil dólares. íSeríaformidable!
¡Todos podríamos dedicarnos a ser poetas!
Y nadie nos iba a vender comida.
Está ahí. Además, entre las personas que
recibiesen ese millón y medio de dólares, siempre
habría tarados que querrían más y trabajarían.
Habría una separación entre cretinos y poetas. ¿Usted
ha leído 'En busca del tiempo perdido, página 323?
Dígamela.
La copiaré también.
Proust dice allí que la desamortización española
de los bienes de la Iglesia, que parecía lo más
difícil del mundo, se realizó tan facílmente
como quien mete una carta en un buzón. Lo que digo no es
utopía.
¿No le gustan los políticos?
La mayoría de los políticos son unos cretinos...
Se salvan tres, o dos y medio. Ministro significa servidor, y
lo principal es quedarse en calzoncillos. Un ministro debería
tener un espacio muy cómodo por ejemplo, el retrete en
el que haya un fax. Y que no se mueva de allí, para que
no haga el ridículo en el extranjero. Picasso o yo, con
nuestro acento, somos una maravilla, pero un ministro con un acento
inglés chistoso no hace más que causarjolgorio.
¿Y sigue la política, digamos, cotidiana?
Nunca leo periódicos. Cuando lo hice, me mancharon los
dedos y el alma. No tengo ni puñetera idea de la actualidad.
Soy intemporal.
¿Ni siquiera conoce a la ministra de Cultura española?
Ah... ¿No soy yo el ministro de Cultura español?