THEATRE:

7 de febrero de 2001

“Al auténtico poder cultural le sobra
convicción para vetarme”

 

Autor pánico, surrealista y amante del ajedrez, Fernando Arrabal nace y renace una vez más en la escena española. Excéntrico a veces, genial siempre, el dramaturgo vuelve a la actualidad con tres obras de distintas etapas creativas. Mientras El cementerio de automóviles, de Pérez de la Fuente, recorre nuestro país, mañana se estrena en Ensayo 100 de Madrid El Gran Ceremonial, de Carlos Bolívar, y el sábado Breviario de amor de un halterófilo, de Francisco Aguinaga. El autor desvela a EL CULTURAL su pulso creativo.


Arrabal está triste, y eso se nota en lo que dice y en cómo lo dice. La muerte de su madre hace poco más de un mes ha llenado de pesar a este autor que lleva el juego a su vida y a su obra. Pero sigue siendo arrabalísmo cuando reivindica su excentricidad o cuando habla del sitio que se merece, del que le desean y del que le dejan en el panorama cultural. Tres obras: Breviario de amor de un halterófico (1984) que se estrena el próximo sábado en el Teatro José María Rodero de Torrejón de Ardoz; El Gran ceremonial (1986), en la sala Ensayo 100 de Madrid, y El cementerio de automóviles (1954), actualmente en gira por nuestro país y con cita en La Abadía de Madrid a partir del 6 de abril, confirman su absoluta vigencia como autor teatral.

¿Qué diferencia a la voz del Arrabal de hace 44 años, la de El cementerio de automóviles, del de Breviario de amor de un halterófilo, o del Arrabal de El Gran ceremonial? ¿Qué da unidad a estas tres obras; pertenecen a tres momentos creativos muy distintos? 

–No hay ninguna diferencia entre esas voces, pero sí hay tres rupturas, igualmente dolorosas y determinantes en mi vida de escritor. Las tres respetan sistemáticamente el ciclo de los 23 años. Son tres renacimientos entre sangre, sudor y lágrimas. A los 23 años un joven aprendiz de médico y experto nacional-sindicalista intenta matarme en plena calle por convicciones políticas. Acto seguido me voy de España sin poder respirar física y espiritualmente. Mis pulmones están encharcados por los bacilos tuberculosos. Y parece que se va a celebrar mi corrida y muerte en un sanatorio francés. Se me operará, con la barbarie habitual en estos casos. 23 años después, cuando tengo 46, se me abre la puerta grande. Voy a volver a España y a estrenar de la mano de los tres mayores directores teatrales del momento: Gruber, García y Fernández; con los más prestigiosos actores españoles y en teatros multitudinarios. Otra dolorosa crisis física precede de unos días al rechazo clamoroso, en mi propio país, de mi obra literaria y de mi moral de desterrado. 

La muerte de la madre

»23 años después (¡hoy!) la muerte de mi madre va a acarrearme física y espiritualmente probablemente los mayores sufrimientos de mi vida. Manos anónimas la acaparan en Madrid impidiéndome incluso que pueda despedirme de ella y besarla. Paralelamente se celebran dos misterios: mi obra –inmutable desde el primer sainete– se enriquece con matices inesperados y en mi propio país también parece enriquecerse esa minoría que (al margen del poder cultural) me ha hecho siempre el honor inmerecido de respetarme. 

–¿Por qué cree que obras como El cementerio de automóviles siguen interesando cuarenta años después de su escritura?

–Para mí el interés que aquí (o más incomprensible: allá) despierta mi obra es un misterio de enamorado ¡místico! Desde El Triciclo hasta Carta de amor a mi madre, todas mis piezas brotaron de forma semejante. El enamorado se acuesta con “ella” ¡para verla dormir! 

–Teniendo en cuenta que es el autor español vivo más representado en el mundo, ¿cómo se explica que en quince años no se haya estrenado en España hasta ahora Breviario de amor de un halterófilo?

–Necesitaría volar o levitar para comprender lo que me es más inmediato. Sin embargo, hay especialistas que juzgan las tres obras de “rabiosa actualidad”... ¿pero no lo es también Y pondrán esposas a las flores? ¿Hay que ser “del Este” para “poder vivir la catarsis de los años de dictadura con esta obra” (N.Y.Times)? ¿O hay que ir a ver los espectáculos de Marylin Manson –tan admirador del pánico, Rimbaud y Lautréamont– para ver uno de los retoños de estas “esposas”? Libérame del mal , Señor... ¿o de mí? 

¿El estreno de estas tres obras es síntoma de que por fin su obra comienza a ser valorada en nuestro país en su justa dimensión?

–El Efímero “Verdad” se representa (¡de tarde en tarde!) en el Teatro de la Mentira (¡de sesión continúa!). A la mayoría del auténtico poder cultural le sobra convicción para vetarme. Me acaba de informar la Academia Europea y una Universidad italiana que este poder ni siquiera aceptó que estas instituciones me presentaran como candidato para ciertos galardones hispanos.Desgraciadamente la obra de un escritor no la escriben ... los premios. No me acostumbro a vivir en la tierra donde aún se grita “¡desterrados go home!” 


Español y excéntrico

Cuando se habla del teatro actual en España, ¿usted se siente identificado, o por lo menos aludido? Por otro lado, ¿no teme que se le conozca más por sus excentricidades que por su obra?

–Hay muchos autores “extranjeros” más estudiados y seminarizados, pero siempre se me acoge como “autor español” (¡y a mucha honra!). Mi excentricidad (¡la bien llamada!) me distancia del centro “correcto”. Pero es tan espontánea como la poesía. Igual a mí mismo: a nadie me parezco '¡hélas!'

¿Cuál cree que es su sitio en la escena española actual?

–Despojo de futuro todo lo que confieso a todos. Felizmente no ocupo el lugar que según los que me quieren debería corresponderme. 

¿Qué puede hacer el teatro ante situaciones de terror como la vivida en el País Vasco, ante la opresión y el sufrimiento?

–La nación es la sangre de los otros. Con la fe del carbonero el caudillo y el terrorista de armas tomar remata a los inocentes. Los fanáticos tiran y esconden la mano con tirria. Matan a traición poniéndose las botas y las boinas. Disparan desde las Batuecas de grupos sanguíneos más o menos negativos. Pero la serpiente que a calumnia mata a calumnia muere con el hierro del hacha. Todos mis compañeros un día dirán lo que piensan sobre los que aprietan el gatillo perforando la nuca del justo, al pie de la letra, sin pestañearles el corazón. Pisar la cola del león sin esperar a su muerte no exige heroísmos sino poesía. Franco, Fidel Castro y sus esbirros intentaron eliminarme –¡a plomo!– cuando escribí dos libros: Carta a Franco y Carta a Fidel. El poeta escribe lo que los demás callan. 

¿Se puede hablar de un teatro político en su producción? 

–La geo-política suele ser una patanería para nacionalistas sin fronteras. 

Todos los directores que representan sus obras subrayan de su teatro su visión ética y estética. ¿Es eso lo que usted también destacaría de su trabajo? ¿En qué consiste esa aludida visión ética y estética?

–Lo que veo y vi es un sueño despierto. Pero ¿vivo más tarde que la eternidad y sin despertador? 

Siempre ha creído en el teatro como un ceremonial. ¿Qué importancia tiene la religión en su vida y en su obra? 

–Soy un agnóstico creyente o un místico positivista que sueña con ser santo. Y que repite tórridamente como San Agustín, los pánicos y los surrealistas: “ama y haz lo que quieras”. Únicamente la ostra que se encierra dentro de una perla no celebra la ceremonia de la confusión.

¿Cuál es la obligación moral de Arrabal como creador con la sociedad?

–Los matarifes y sus mandamasas pierden el equilibrio como si les entrara vértigo cuando se les dice esta (a mi modo de ver) evidencia: lo mejor sería intentar alcanzar la santidad día y noche y de pies a cabeza... aunque nos durmamos en las pajas. Las mafias y los imperios se apagan como los volcanes. 

Si el teatro arrabaliano es una cuestión de fe, ¿qué lugar le queda a la razón en él?

–El antirracionalismo me sirve para jugar al ajedrez, las matemáticas para meditar y los arrebatos sensuales me conducen a Dios.

¿Qué puede hacer el teatro frente a las nuevas tecnologías como internet; cómo puede su obra, que fundamentalmente se base en imágenes, competir con aquéllas que nos ofrece la BBC, o frente al derroche de la realidad virtual?

–Internet es, con el teatro de catacumbas, el último baluarte de la resistencia. Pero el teatro no lucha contra nadie. Hemos tratado siempre de eliminar la palabra belicista “vanguardia”. Y no nos gustó el término “el teatro” para designar la zona de combate durante la guerra fría. La oscuridad, como el cyberspace, es un escondite para que los que quieren que nadie les vea puedan guarecerse.

¿Le parece que el teatro que se escribe y que se representa actualmente es de calidad? ¿Qué le sobra y que le falta a la escena actual?

–Sobra tramoya y tamaño desde Lope de Vega. El autor sólo sabe saltar al vacío desde su castillo en el aire. Cuando el dramaturgo se cansa de la locura entra en filosofía. 

Jugar a ser dioses

¿Cree que la escena actual estimula la inteligencia y la capacidad de juego del público?

–Jugamos a ser dioses y a veces lo conseguimos. Al suicida sui-generis el suicidio le sabe a poco.

¿Qué queda del surrealismo y del movimiento pánico en sus obras? ¿Tiene sentido hablar hoy de surrealismo en teatro?

–Siempre tendrá más sentido beber en la obra de los vencidos (Diógenes, San Agustín, Maimónides, Averroes, Dalí, Rimbaud u Hölderlin) que en las de los vencedores (Aristóteles o Santo Tomás): camaleones daltonianos que terminaron por no ser ellos mismos.. 

Usted pinta, escribe teatro, novelas, poesía, dirige cine. ¿Es el teatro el arte que más le divierte?

–Es una visión efímera que provoca vacilación e incertidumbre. Mi bolsillo del pantalón hierve durante la representación. El teatro es un oráculo sacro como la última vértebra del lomo.

¿El teatro de Arrabal participa de su vida, o es su vida la que participa de su teatro?

–Un día Lis (la Julieta de Fando) escribirá, pieza a pieza, las estaciones de mi via-crucis bio-bibliográfico. ¡Tanto monta, monta tanto...! A Shakespeare no le dieron Oscar alguno ni sus manos dejaron huellas en la acera de ningún hotel.


Itziar de FRANCISCO