THEATRE:

3 de abril de 2001

Fernando Arrabal llega a Madrid de la mano del director del Centro Dramático Nacional

 

Pérez de la Fuente: «El teatro no debe estar enfrentado al poder, sino enfrente de él»

Dice que sería «un delito» no montar una obra como «El cementerio de automóviles», que aunque parezca mentira es la primera vez que la dirige un español, que la gira de «este Arrabal», que comenzó en agosto, va a ser la más larga del Centro Dramático Nacional. Juan Carlos Pérez de la Fuente, director del CDN, estrena ahora en Madrid «El cementerio...»



Antonio Barrero - Madrid .-
Nació en Talamanca de Jarama hace ahora 42 años, llegó al CDN en 1996por designio del Partido Popular. Ahora, tras cinco años de trabajo («he dormido muchas noches en la sala de ensayos. A menudo acabamos a las tantas y prefiero quedarme aquí a dormir») sigue viviendo por y para los dos montajes que le han ocupado durante los últimos meses, y empieza a pensar ya en clave Buero Vallejo: «Cinco días antes de que muriera me cedió los derechos de "Historias de una escalera"; un honor para mí». Esta semana, en todo caso, Juan Carlos Pérez de la Fuente estrena en Madrid «El cementerio de automóviles», de Arrabal... ¿un autor demasiado diferente en un país que a veces gusta presumir de diferente?

-Arrabal es un español... muy peculiar. ¿Es diferente? Sí, esdiferente. Por eso no le ha ido tan bien. Y es que Arrabal, el personaje, es más conocido que su obra, y eso, a mí, no me parece bueno. El teatro de Arrabal es un teatro diferente, pero porque ha mamado y ha bebido de muchas fuentes. Y una vez que ha bebido y se ha emborrachado de corrientes y estéticas, sobre todo españolas, ha creado un universo propio.

Autor incomprendido

-Pues dicen que a Arrabal aún no se le ha entendido en España.

-Y es verdad. Hay mucha gente que no le ha perdonado su autoexilio a Francia, o que escribiera en francés. Pero mucha gente no sabe que Arrabal rechazó la nacionalidad francesa cuando el gobierno de aquel país se la ofreció. Tú estudias los tratados del teatro español contemporáneo y hay críticos que aún dudan si la obra de Arrabal debe o no catalogarse dentro del teatro español contemporáneo. A mí eso me parece una aberración.

-Antes de estrenar, Arrabal vio su puesta en escena. Ahora cuenta maravillas de usted.

-Sí. Cuando se hizo público que iba a montar esta obra la gente me decía que estaba loco. Y es cierto que es mucho más cómodo montar autores muertos, porque no se quejan. Pero yo creo que hay que correr riesgos. Cuando Arrabal vio la puesta en escena, yo estaba sudando, acojonado. Porque si hubiese dicho «no me gusta» o «se ha equivocado usted»...

-Pero no lo dijo...

-No, creo recordar que dijo algo así como «ha sido una experiencia espermática». Yo viví aquel ensayo detrás de él y te puedo decir que daba la sensación de que se lo estaba pasando en grande. Aún así, cuando acabó el ensayo le cogí a solas y le dije «¿pero me estás diciendo la verdad», y, ¿sabes lo que me dijo?

-No.

-Pues me dijo: «¿tú crees que yo tengo necesidad de mentir?».

-Arrabal llega el día 6 al Teatro de la Abadía Pero tienen algo en común con Arthurb Miller : los dos son unos provocadores. Y coinciden también en que ambos sostienen, en sus respectivas obras, que vivir es compartir con los seres humanos los conflictos, las obsesiones, los problemas. Que ya no es tiempo de dioses, de efectos sobrenaturales. Que somos nosotros quienes nos labramos el porvenir. En «La muerte de un viajante» el protagonista es un antihéroe, el pobre hombre del siglo XX que cree que vive en un tiempo en el que aún hay héroes, o dioses que bajan a solucionarte los problemas. Y «El cementerio...» es la ceremonia de humanización de un cristo. En fin, ambos textos hablan de la necesidad de que el ser humano acepte sus limitaciones. Y ambos autores son ácidos y críticos.

-¿Tan ácido y crítico como debe ser siempre el teatro?

-El teatro tiene que ser fundamentalmente contradictorio. Tiene que estar siempre... no enfrentado al poder, sino... enfrente del poder. Porque el teatro es un poco el pepito grillo de la sociedad en la que vive. Tiene la obligación de decir constantemente que las cosas pueden ser mejor. El teatro es utopía, utopía en un mundo que es tremendamente mercantilista.

¿Un ejemplo de ese mercantilismo?.

«La escena tiene algo que decir sobre terrorismo»

Habla claro castellano -«me considero absolutamente progresista»- y sabe, claro también, que es objeto de las miradas de muchos desde que ocupa el cargo que le ocupa: «Yo no monto a un autor por presiones o porque sea políticamente más o menos correcto o incorrecto. Yo monto una obra porque me gusta. Creo que el arte es subjetivo y para bien o para mal yo respondo de la programación». A lo que sigue una colección de frases que el periodista entresaca de la entrevista, larga y clara, y que cuentan quién es Pérez de la Fuente.

«En España lo que faltan son espacios para representar autores
contemporáneos, que es lo que hace el CDN. Ojalá hubiera centros dramáticos dependientes de las autonomías, más teatros públicos...». O, por ejemplo: «Nuestros actores son cada vez más burgueses. El físico se utiliza muy poco. Hay gente que cree que actuar es decir las cosas más o menos bien. Y no, actuar es prestar tu cuerpo, tus emociones, todo, a un personaje. Todo el mundo sabe, en la profesión, que mis pruebas son muy duras. Cuando montamos "La visita de la vieja dama" vimos a 700 personas».

De derechas e izquierdas

O, en otro lugar de la entrevista: «Tú no te planteas si Goya era de derechas o de izquierdas. Te emociona o no. Cierto es que el teatro es como una puta, se ha utilizado para muchas cosas. Pero mira Buero, por ejemplo. ¿Hay que montarlo sólo cuando la izquierda esté en el poder? Porque cuando la izquierda ha estado en el poder no le ha montado... ¿Monto yo porque me ha nombrado la derecha? No. Monto porque me apasiona tal texto (y lo digo así de subjetivamente) pero sobre todo porque creo que tal autor tiene cosas que decir a la sociedad de este momento».

Bien: ¿dice el teatro lo que debe decir? «No todo lo que debiera. El teatro tiene una obligación de urgencia. El terrorismo, por ejemplo. Ahí, el teatro tiene algo que decir. Y por eso yo le digo a los autores que escriban, que el CDN va a ser sensible a esos textos, que tenemos que hacer y decir algo al respecto».