ARTICLE SUR ARRABAL:

 

30 de enero de 2002


Corrupción y saqueo de los burros

 

Fernando Arrabal, bellota de bufón de Villa Rodrigo, ojos de demonio, va por las grandes ciudades del mundo de peripatético, no porque siga la doctrina de Aristóteles, sino porque es extravagante en su vida y en sus máximas como un duende desterrado.

El mismo dice que guarda cierto parecido con Sócrates, aquel señor feo y pequeño. A mí me parece un escritor pasmo, el más interncional de todos, la imaginación, la inocencia; me recuerda a una ajedrecista sarraceno en la corte de Alfonso X El Sabio.

Ha sido uno de los pocos escritores que fue al entierro de la Literatura en Iria Flavia, tal vez porque figura en el testamento de Camilo José Cela: «Posee el incalculable tesoro de tener voz propia que es la condición indispensable para hacerse un sitio en ese confuso limbo de los injustos llamado Parnaso».Un adivinador, ojo mágico y deformado, que nació en Africa como San Agustín y Albert Camus; su estrella, dijo Kundera, lleva el nombre de Cervantes. Camilo y Umbral se pelearon contra la chusma de académicos para darle el Cervantes a este exiliado tardío y voluntario, que después de haber sido encerrado por Franco, de vez en cuando vuelve con sus funciones y nunca se queda porque intuye el sanedrín de rencorosos y comisarios. Aistió anteayer, en la Sociedad de Autores, a la lectura dramatizada de Corrupción y saqueo de los burros, mezcla de erotismo y San Agustín; el escritor pánico y subversivo que es se sentó entre el público. Piensa que el teatro no es ir a pasar el tiempo, sino a ver pasar el tiempo, a decir cosas que embelesen o inquieten.Le dan miedo los políticos españoles; ha escrito que el poeta es un dios cuando sueña y un mendigo cuando reflexiona; el político es un miserable cuando sueña y un ser responsable cuando reflexiona.Denunció el pelotazo y la política megalómana del felipismo, «la apriencia y el postineo, la España fullera que apesta» y lo marcaron. Por eso está fuera del canon, del pajilleo de los premios; la pauta sigue en manos de los retroprogres, las ladillas del Parnaso, los bragazas sordos y jubilatas, que protegen a los espárragos trigueros de la literatura, a los escritores de la dinastía y del coñazo. Salve Arrabal, anarquista mariano, escritor pánico, español clandestino, que no olvidas que el teatro nació en un corral de posada y lo llevaron a los palacios y a las academias los cómicos de la lengua.