22 de noviembre de 2002

El primer hombre del mundo fue ...¡una mujer!


Hace cinco años y por vez primera en un diario, en esta Tercera Página se publicó el primer artículo sobre el último avatar de las matemáticas contemporáneas: la teoría de motivos. Novedad científica que me pareció inspirada por el optimismo y el resplandor de la teresiana madre Mercedes de Ciudad Rodrigo (que me enseñó a leer, a escribir y a calcular); o por el pesimismo y el genio de Schopenhauer: lo que se mueve (nace y muere) es el individuo, y no la voluntad que lo engendra fuera del tiempo y del espacio.

Hace cinco años y por vez primera en un diario, en esta Tercera Página di cuenta de la nueva teoría que hasta ese momento tan sólo había merecido breves referencias en publicaciones para especialistas de Ciencias "exactas".

Hace cinco años y por vez primera, un centenar de irrecuperables nos reunimos para celebrar el nacimiento de los "motivos". Mientras tanto a tres kilómetros, en un arrabal de París, se disputaba el torneo de Roland Garros de 1997, recuperado instántaneamente por millones de telespectadores. El juego y sus repeticiones, según Schopenhauer, están en el origen de todo lo cómico o grotesco de la vida. La madre Mercedes decía lo mismo con las palabras de la sencillez. Los niños de Ciudad Rodrigo, en los pupitres del colegio, seguíamos pasmados sus primeras lecciones. Con parecido asombro aquel domingo de hace cinco años un grupito de ignorantes escuchamos la buena nueva sentados como alumnos obedientes en el anfiteatro Hermite del Instituto Raymond Poincaré. Los matemáticos Eric Friedlander y Bruno Kahn anunciaron el nacimiento de la "teoría de motivos", benjamín de la casa Burbaki nacida después de sus dos hermanas mayores: la teoría de conjuntos y la "fractal". Precisamente con Bruno Kahn y su hermano Didier comenzamos a redactar una novela "motivic" ("Suites espectrales"), no hace cinco años sino tres veces cinco.

Hace cinco años y por vez primera, al referirme a la "teoría de motivos" en esta Tercera Página, evoqué la figura del matemático ruso de 31 años entonces: Vladimir Voevodsky. Confirmo que no es un Príncipe de Transilvania, ni el descendiente del Conde Drácula -el "voivode"- como su nombre indica. Apareció, hace cinco años como el contemporáneo, que, con Grothendieck (otro matemático), podía izarse al último peldaño del escalafón de la inteligencia: "el primer hombre del mundo" ... según la expresión de Pascal.

El filósofo francés empingorotó a este cuadro de honor a un matemático del siglo XVII: Pierre de Fermat. Era don Pierre un magistrado de Toulouse descuidado y distraído hasta el punto de perder la mayoría de sus análisis y ecuaciones. Pero con lo que se conserva de sus notas es suficiente como para considerarle el precursor del "cálculo diferencial". En el borde de una de las páginas de "Números angulares" de Diofanto, otro "primer hombre de su tiempo", anotó: "He descubierto una demostración verdaderamente notable, pero este margen es demasiado pequeño para contenerla". Así nació el enigma llamado "teorema de Fermat".

Schopenhauer (otro "primer hombre de su tiempo") no conoció una clase de párvulos como la de Ciudad Rodrigo sino la de Dantzig. "Para mi hijo -afirmó la madre de Arturo en una de sus novelas- la gratitud y la magnanimidad son vicios; para él esperar algo de otro es propio de un mercader de esclavos. El motivo de estas opiniones es el de dárselas de genio". Schopenhauer le replicó: "Mis obras se leerán por toda clase de motivos, mientras que tus libros no se encontrarán ni en los desvanes". ¿Cómo hubiera evolucionado el filósofo si una madre Mercedes, en vez de su propia madre -la novelista de "La tía"- le hubiera enseñado las primeras letras?

En Berlín los alumnos se apelotonaban para poder seguir los cursos de Hegel mientras que a los de Schopenhauer, en el aula contigua, solo asistían un consejero palaciego, un dentista, un escudero y un comandante jubilado. En Ciudad Rodrigo una docena de privilegiados seguíamos las lecciones de la madre Mercedes y sus motivos divinos. Para Schopenhauer el participio "motus" deriva de "movere", remover y el "motivo" de "motivus" ("mobile"): lo que pone en movimiento.

Hegel.- Si un caballo se tumba en el suelo y en plena calle ¿cuál es el motivo?

Schopenhauer.-El terreno, el cansancio y su estado moral. Si el caballo estuviera al borde de un precipicio no tendría motivo para tumbarse.

Hegel- Según usted las reacciones animales son motivos.

Schopenhauer.- Existe una diferencia entre las reacciones vitales, los motivos, y los movimientos conscientes del cuerpo del animal... o del hombre.

Para la madre Mercedes, hasta los burros obedecían a la provicencia.

Hace cinco años y por vez primera en un diario, en esta Tercera Página pedí el Nobel de matemáticas - es decir la medalla Fields!- para Voevodsky. Hace unas semanas, coincidiendo con mi cumpleaños, le fue concedido al fin el galardón... atribuído ¡tan sólo cada cuatro años!. A Nobel le fascinaban las matemáticas y especialmente los "primeros hombres" como Diofanto y Fermat. Pero a la hora de premiar a los mejores de cada disciplina excluyó precisamente a los que más admiraba. Cuenta la leyenda que su mujer había pecado con un matemático. El entuerto nobeliario lo subsanó Charles Fields el año de mi nacimiento, creando la medalla que lleva su nombre.

En Pekín se acaba de entregar oficialmente la medalla Fields a Voevodsky como "primer hombre de su tiempo". Dentro de cuatro años España será el centro matemático del mundo. El próximo premio Nobel de estas llamadas "ciencias exactas" se otorgará en 2006 en nuestro país. ¿Y por qué no en Ciudad Rodrigo? Rememorando las lecciones de la Madre Mercedes, me pregunto si el "primer hombre del mundo" no fue, para mí... ¡una mujer!

Fernando Arrabal, dramaturgo.