«Adoro el cine español, en el que tengo fe. Pero
es que, para mí, la fe es
creer en lo que no veo». Fernando Arrabal, siempre genial,
volvió a dejar
ayer muestras de su talento en la presentación de una
retrospectiva de su
obra cinematográfica en la Semana de su Cine en Madrid.
El certamen
proyectará por primera vez en España las siete
películas que ha dirigido el
siempre polémico y provocador escritor y dramaturgo afincado
en París, entre
ellas 'Viva la muerte', 'Iré con un caballo loco' y 'El
árbol de Guernica',
filme que estuvo prohibido durante el franquismo.
«Esto de la retrospectiva me parece una inmensidad, porque
yo sólo soy
especialista en rebaños de jirafas. Lo cierto es que aquí
nadie conoce mi
cine, un medio en el que en treinta años he hecho siete
largometrajes. Y
como sigo intentando ser Dios, que al séptimo día
descansó, no creo que haga
más cine porque ya llevo siete filmes», señaló
Arrabal después de tomar una
taza de chocolate con churros para entrar en calor.
El escritor hizo su primera incursión en el mundo del
celuloide en 1965,
cuando escribió para Fernández Arroyo los guiones
de Los mecanismos de la
memoria y El ladrón de sueños. Aún así,
no está orgulloso de ninguno de los
largometrajes que ha filmado. Una lista que incluye los títulos
Viva la
muerte, con Nuria Espert; Iré con un caballo loco; El
árbol de Guernica, que
estuvo prohibida en España; La odisea de la Pacífico,
protagonizada por
Mickey Rooney; El cementerio de automóviles, basada en
su obra teatral del
mismo nombre; Libertad color de mujer; y Una vida de poesía,
que muestra las
últimas apariciones públicas de Jorge Luis Borges
en Tokio y Milán.
«En todas las películas sufrí un ataque
de llanto porque viví la soledad
total. Se sufre mucho haciendo cine porque hay cien personas
que te están
mirando y piensan que eres genial, pero uno, que es de lo más
normal, no
tiene ganas de hacer nada y, además, no sabe por dónde
salir», contó
Arrabal. «Además, siempre les dije a los productores
que mis películas iban
a ser un fracaso económico y resulta que, por casualidad
o por error, han ga
nado dinero», comentó el dramaturgo, que en la actualidad
si gue siendo el
autor español vivo más representado en los teatros
de todo el mundo.
'Titanic' comunista
Arrabal se confiesa un mal espectador «porque nunca
voy al cine, sólo veo
películas en los aviones. Recuerdo que vi un filme comunista
precioso:
'Titanic'». El senti miento que le provoca el cine es «el
de sillones
vacíos, oscuridad y, antes de enamorarme de mi mujer,
el lugar al que iba
con las chicas para hacer cosas obscenas que ya he olvidado.
Por eso, esta
retrospectiva me resulta extraña porque mis puntos de
partida para hacer
cine han sido la confusión y la ambigüedad. Dirigir
una película es como
cuando escribo en los periódicos problemas de ajedrez»,
manifestó.
Arrabal se considera el padre del plano español. «Antes,
sólo existía el
primer plano y el plano americano, pero yo inventé el
plano español, que no
es otro que mostrar a los actores desde los pezones hacia arriba»,
explicó
el dramaturgo. Su relación con los intérpretes
-Nuria Espert, Mickey Rooney
y Spike Lee, entre otros- nunca fue fácil. «Me hicieron
sufrir porque
llenaron mis películas de gracia y desgracias. Vamos,
que los intérpretes
que más me gustan son los que están mudos».
Nacido en Melilla en agosto de 1932, Arrabal es consciente
de que siempre ha
sido considerado como «un niño revoltoso. Pero ahora
en España, que ha
cambiado mucho, y en todo el mundo me tratan muy bien. Vivimos
en un mundo
formidable, aunque mi vida será cortísima porque
sólo existiré 70 años más»,
asegura.
La provocación le acompaña allá donde
va, aunque él asegura que «el que
intenta hacer provocación no lo consigue. El es cándalo
y la provocación
surgen de la forma más inesperada». Arrabal define
el arte como «la
explosión de la vida y de la verdad. Y cuando haces arte
a través del
conocimiento, llegas a la filosofía y al amor, que es
lo que a mí me hace
levitar».
Ganador del premio Nadal en 1982 con la obra La torre herida
por el rayo, el
dramaturgo tiene previsto editar dos nuevos libros y está
pendiente de la
adaptación teatral de su obra El cementerio de los automóviles,
que se
estrenará en México.
Agresión visual
enrique portocarrero
Había una escena arrabalesca, más o menos cinematográfica,
en la que Nu ria
Espert aparecía dentro de un buey degollado. Pero tenía
aquello, junto con
una consabida intención que estaba al filo de la agresión
visual, toda una
lógica discursiva perfectamente compatible con el clásico
efecto dadaista,
surrealista o simplemente transgresor.
De tal forma, lo mismo que en un poema, un ensayo, una novela,
una obra de
teatro o un desmán iconoclasta ante la prensa, Arrabal
utilizaba también el
cine como método expresivo de su propio concepto de la
libertad creativa,
añadiendo después dosis sabiamente calculadas de
lo imaginario, lo cruel, lo
absurdo, lo sexualmente incorrecto y lo humanamente heterodoxo.
Con ello demostraba, una vez más, la curiosa unidad
que vincula toda una
obra en apariencia dispersa y caótica, pero a la postre
siempre guiada por
unas preocupaciones permanentes en las que se mezclan la mística,
el humor,
el sexo, el hedonismo y muchas otras cuestiones que ya son tradición
en la
cultura española desde el barroco.
Lo demás, es decir, las actitudes transgresoras y provocadoras,
no son sino
atrezzos esenciales que dotan con la estética del absurdo
-o más bien del
llamado pánico- un discurso verdaderamente lógico
y culto, en el que lo más
importante es la propia seducción por lo imaginario y
no el detalle de la
frase chocante o la actitud vulgar.
Y todo eso, plasmado en cine, teatro o literatura, bien merece
una revisión
o una retrospectiva en las tablas escénicas o en las salas
cinematográficas
españolas, para que el público pueda comprender
una obra, la de Fernando
Arrabal, que es mucho más profunda e interesante que un
simple titular bufo
o una foto políticamente incorrecta.
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